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Ser padres no se nace: es una ocupación que se aprende
Conferencia "Padres: cuál autoridad"
Castenaso, 18 de enero 2008


En la difícil "ocupación de ser padres" uno de los problemas más difíciles de enfrentar y resolver es el [ejercicio de la] autoridad. Especialmente hoy: veremos por qué.

He venido con ustedes motivado sobre todo por dos fortísimas convicciones : o la familia recupera su misión educativa plenamente o bien "el país será exterminado" [tal como enseña el profeta Malachias (cfr. 3, 24)]; la Iglesia debe tener el máximo cuidado de ayudar a las familias a retomar su misión educativa, de lo contrario faltaría seriamente a su misión.

Así también les he dicho qué es lo que me propongo con esta reflexión: proporcionarles una ayuda para ejercitar con esmero aquella autoridad sin la cual la familia no puede educar. No esperen todo de esta reflexión, pero espero poderles ofrecer alguna ayuda.

Dividiré mi reflexión en los siguientes puntos: ¿de qué se habla cuando se habla de autoridad en este contexto? ¿Por qué sin autoridad no es posible la educación? En la actualidad ¿cuáles son las amenazas a la autoridad y por lo tanto como inmunizarnos de estas insidias? La respuesta a estos tres interrogantes mencionados constituyen los tres puntos de mi plática [He tratado este tema en varias ocasiones. Últimamente en la conferencia en el Castel S.Pietro Terme el 6 de noviembre de 2007: Urgencia educativa: dedicación, belleza y esfuerzo en educar].

1[Qué cosa es la autoridad de la cual hablamos]. Quiero iniciar con un ejemplo banal.

Si ustedes al salir de esta sala se encontraran con una persona que les pregunta las indicaciones para ir a Ravenna, ustedes pueden dar dos respuestas razonables. La primera, indicar exactamente la ruta. La segunda: "no lo sé, pregunte a alguien que sepa".

El ejemplo me sirve para introducirnos a una comprensión más profunda de la experiencia que todo padre vive diariamente con sus hijos, ya sean pequeños o jóvenes.

Cada persona que llega a este mundo – piensen en el momento en el cual vieron por primera vez a su hijo- inicia un viaje porque quiere, desea llegar a una meta. ¿Cuál meta? La felicidad. No consideren estas palabras en el sentido vano en el cual se ha reducido nuestro lenguaje banal diario. San Tomás da una definición sorprendente: plenitud del ser. Es una vida plena. La vida es un camino hacia la felicidad y la fuerza que nos sostiene, es el deseo inextinguible de ella . Cada uno de nosotros en el fondo lo que quiere, lo que desea es solo una cosa: una vida verdadera, esto es, la felicidad. Pero la nueva persona no sabe cuál camino debe recorrer, cuál vida debe vivir, cómo vivir para alcanzar aquella meta. Sólo puede preguntarlo a quien lo ha introducido en la vida: a su padre y a su madre. La nueva persona introducida por ellos en la vida pregunta a sus padres cómo vivir para vivir una buena vida, una vida feliz.

Ningún genitor puede escapar a esta pregunta. Si llega un extranjero para establecerse en el lugar en el cual viven ustedes preguntará a sus habitantes toda la información necesaria para vivir, pensando que los habitantes conocen el territorio.

Para que el genitor pueda introducir a su hijo en la vida, tiene necesidad de saber qué cosa es y qué cosa significa la vida. Digamos una palabra más grande: debe poseer una "visión de la vida y de la realidad". Esta visión es como la carta topográfica que muestra al hijo, le consiente moverse en el territorio de la vida.

Me explico con un ejemplo. Es un hecho que me fue narrado por un maestro. La mamá de un alumno suyo (5º de primaria) fue con el maestro y le dijo:"estoy preocupada porque mi hijo me pregunta: ¿para qué sirve vivir si después moriremos? ¿Para qué sirve estudiar, si después moriremos?" . No era un chico apático. Cuando despierta la razón no censura ninguna pregunta y solicita siempre el significado de aquello que ve. La madre quería llevar a su hijo al psicólogo. ¡Tal vez ella tenía la necesidad de uno! Se introduce a la realidad al responder a las preguntas, hechas más o menos explícitamente sobre el sentido de la vida.

Esta es precisamente el modo con el cual el genitor introduce en la realidad, lo que nos hace comprender qué cosa es la autoridad. La autoridad es el modo con la cual el genitor introduce en la realidad.

El genitor no es un instructor desinteresado y neutral de frente a la respuesta que da al hijo. No dice:"si haces esto… te pasará esto; si no haces esto… te pasará esto otro. A mí no me interesa que cosa harás". Existe un compartir profundo, una participación del destino, de la suerte del hijo por parte de los genitores. Estos desean ser escuchados, ser seguidos; digamos: ser obedecidos. Por dos profundas razones estrechamente relacionadas: porque desea que el hijo viva bien; porque está seguro de la verdad que le dice.

¿Cómo hace para convencer al hijo? Reflexionen un momento y encontrarán inmediatamente la respuesta. Si el hijo está seguro que el genitor desea su bien, esto es, que lo ama [y quien ama, quiere el bien de la persona amada], brota en él una atracción profunda hacia aquello que el genitor le propone, viendo que el mismo genitor, viviendo él mismo aquello que está proponiendo, vive una vida contenta. Me explico mejor.

Que el genitor tenga razón en decirle que dos más dos son cuatro, el hijo no se esfuerza en aceptarlo. Que el genitor tenga razón si le dice que trabajar, ayudar a quien sufre, que amar es mejor que odiar, o ser indiferente a los otros o pasar la vida en el ocio, el hijo se esfuerza en aceptarlo. Debe brotar en él una clase de atracción hacia el trabajo, la fraternidad, el amor. Debe ver el bien en su esplendor. ¿Dónde? En quien le habla.

Es como si el genitor le dijese:" la vida es…: te lo aseguro porque yo la vivo así y al final las cosas son así". Es como si dijese:"esta es la visión de la vida en base a la cual yo vivo, y te aseguro que las cosas son así". Es así que: viviendo de esta forma vivo una vida buena.

Hemos llegado así a la definición de autoridad. Esa consiste en la propuesta de vida hecha por parte del genitor al hijo con la fuerza de la atracción de la experiencia de la propia vida. Los puntos cardinales de esta definición son tres: (a) la propuesta de vida; (b) la fuerza inherente de la propuesta; (c) el fundamento en la propia experiencia. Quiten uno de estos puntos y no tendrán la autoridad que le es propia a los genitores.

Y la "orden" ¿entra en la definición de autoridad? Ciertamente sí, es una de las formas con la cual la fuerza inherente a la propuesta se expresa. Me explico mejor.

Existen situaciones en la relación genitor-hijo en las cuales el padre puede, debe decir:"haz así porque lo digo yo que soy tu padre/tu madre, ¡se acaba la cuestión!" También en estas situaciones el genitor se hace "fuerte" por el lazo profundo, vital que lo une al hijo. Sin embargo, si este modo de expresar la fuerza de la propuesta fuese frecuente, habría necesidad de reflexionar seriamente.

Sería interesante en estos momentos confrontar otras dos formas fundamentales de autoridad, aquella del Estado y – para el creyente- aquella de la Iglesia, y ver las semejanzas y diferencias. No tenemos el tiempo.

2 [Sin autoridad no hay educación]. ¿Cuándo falta la autoridad en la relación padre-hijo? No es difícil responder al tener presente aquello que he llamado "puntos cardinales".

Falta la autoridad: (a) cuando no viene hecha ninguna propuesta de vida ["haz como quieras", "yo no te digo nada… arréglatelas.. ¡no me quieres escuchar!"]; (b) cuando se hace una propuesta pero sin verdadera convicción ["en la actualidad hay tanta confusión, ¡que no sé qué cosa decirle a mi hijo!"]; (c) cuando se hace la propuesta pero no se muestra la evidencia en la propia vida ["no quiero que mi hijo haga los sacrificios que yo he hecho"; "no hagas lo que yo he hecho"].

¿Por qué en estas condiciones ninguna educación puede ser posible? No es difícil responder: porque la persona no viene introducida en la realidad.

  1. Para que una persona pueda moverse en un territorio debe conocer las calles. Sin ese conocimiento solo se puede ser un vagabundo, no un habitante. Fuera de toda metáfora. Si la madre considera el deber de "sanar" a su hijo porque le ha hecho simplemente una pregunta, inevitable para el hombre razonable, ¿cómo podrá vivir el hijo? De una sola forma: sin pensar en el presente, como se dice. Se le proscribe el gozo de vivir y se le presenta de frente la vorágine del tedio. No se educa si no se hace una propuesta de vida.
  2. Para que una persona pueda moverse en un territorio debe estar segura de las indicaciones. Si uno pregunta: ¿"cómo se va a Ravenna?" y le responden: "me parece que es a la derecha, pero no estoy seguro", generalmente el que preguntó no se mueve y espera a uno que sepa. Fuera de metáfora. Si el hijo no puede confiar completamente en la propuesta del genitor porque se da cuenta de la inseguridad del mismo genitor, se vuelve tímido, en el sentido más profundo del término. Esto es, incapaz de tomar decisiones libres: más que moverse, es movido.
  3. Para que una persona pueda decidir, debe recibir propuestas que le atraigan. Podemos caminar porque hay terreno en el cual apoyarse: uno puede caer en la nada pero de la nada no viene ningún estímulo para salir. La atracción-como decíamos- es la vida del genitor. Sin esta visión, el hijo es incapaz de decidir.

Hemos así llegado a una conclusión que es paradoxal, pero cierta. Sin autoridad no hay educación porque no se generan personas libres. La falta de autoridad genera esclavitud. Y la pérdida de la libertad es la pérdida de sí mismo.

3 [En estos días, ¿cuáles son las asechanzas contra la autoridad?] Por todo aquello que he dicho en positivo y en negativo se advierte que hay que estar muy atentos en cuidar íntegramente la figura de la relación educativa. Por eso debemos saber cuál es la asechanza al principio de autoridad para estar inmunizados a esta insidia.

El principio de autoridad es destruido por dos posturas: el autoritarismo y la permisividad. Estas dos son las formas que corrompen y descomponen la autoridad del educador y del genitor.

El autoritarismo es la actitud del genitor al imponer una propuesta sin motivarla

Veamos el término "motivación" en su significado literal: aquello que hace capaz a la propuesta de mover la libertad del hijo a elegir la propuesta del genitor.

Ya he dicho qué es lo que hace que una propuesta sea atractiva: el hecho que esta propuesta de vida sea verdadera y buena en sí misma; el hijo la ve así-verdadera y buena-en la persona del genitor. La unidad inherente de la bondad y de la verdad intrínseca de la propuesta en la realidad concreta de quien la hace: esta es la fuerza motivadora.

Entonces ¿cuándo se vuelve autoritaria la propuesta de autoridad? Cuando se le impone sin motivarla o porque no es una buena propuesta o porque no se le muestra viva, atrayente a la propia persona.

Sin embargo, en la actualidad la descomposición más frecuente del principio de autoridad es la permisividad. Esta consiste en la ausencia de cualquier propuesta de vida:"no propongo nada, así cuando sea grande tomará libremente sus decisiones". No me detengo en considerar la vacuidad de esta posición educativa, y la devastación que esa provoca en la humanidad del educando. Elegir presupone conocimiento, confrontación. Si no propones nada, no será jamás una persona libre.

¿Cómo defenderse de la asechanza del autoritarismo y de la permisividad? La respuesta exigiría una larga reflexión. Me limito a lo esencial.

La raíz de estas dos posturas mencionadas, frecuentemente es una sola: el relativismo. Esto es, pensar que no existen propuestas de vida verdaderas y propuestas de vida falsas, sino que todas son equivalentes. Si el relativismo entra en el corazón y en la mente de un educador, este no puede más que imponer aquello que propone o-más frecuentemente-no proponer nada.

¿Cómo puede salir de este riesgo? No hablo del abordaje filosófico del problema, sino del abordaje educativo. Hay una vía de salida simple: confianza en las tradiciones que vivimos. El tema de la tradición es central en el discurso educativo. Me detengo un poco.

Tradición no significa conformismo repetitivo a aquello que se ha hecho siempre: esta es la caricatura de la tradición. Todo lo contrario, es la vida de un pueblo que viene transmitida de generación en generación como forma de vida, visión de la realidad, morada de un pueblo. La "propuesta de vida" de la cual he hablado tantas veces no es una instrucción, no es una prescripción de reglas: es un hecho que ha ya precedido sea al que educa sea al que es educado, y que ahora llega a mí a través de aquellos que me han generado a la vida. La tradición no es solamente nuestro pasado, es también nuestro presente, de su reconocimiento y asimilación depende la construcción de la propia vida. Entender la tolerancia como la anulación de todo aquello que nos constituye es uno de los errores más graves que podemos cometer. Quien se arraiga en las tradiciones que constituyen las raícen de nuestro pueblo, es capaz de hacer una propuesta de vida y de hacer capaz de elección a quien educa. La relación entre generaciones es la columna sostenedora de toda civilización.

Tradizione non significa conformismo ripetitivo a ciò che si è sempre fatto: questa è la caricatura della tradizione. Essa al contrario è la vita di un popolo che viene trasmessa di generazione in generazione come forma di vita, visione della realtà, dimora di un popolo. La "proposta di vita" di cui ho parlato tante volte non è un’istruzione, non è una prescrizione di regole: è un fatto che ha già preceduto sia chi educa sia chi è educato, e che ora mi raggiunge attraverso chi mi ha generato nella vita. La tradizione non è solo il nostro passato, ma è anche il nostro presente, dal cui riconoscimento ed assimilazione dipende la costruzione della propria vita. Intendere la tolleranza come l’azzeramento di tutto ciò che ci costituisce è uno degli errori più gravi che possiamo commettere. Chi si radica dentro alla tradizione che costituisce le radici del nostro popolo, è in grado di fare una proposta di vita e di rendere capace chi è educato a fare le sue scelte. Il rapporto intergenerazionale è la colonna portante di ogni civiltà.

4 [Conclusión]. Estas últimas reflexiones ya me han llevado a la conclusión.

No quisiera que los padres presentes aquí salieran de la sala con la convicción que educar sea una cosa muy complicada. No: es difícil, como todas las grandes cosas, pero es mucho más simple. Por lo menos en familia,

En una vida normal de familia, en la vida cotidiana en donde se vive uno al lado del otro, todo aquello que he dicho anteriormente de positivo se cumple… sin darse cuenta. ¿Cómo? Precisamente viviendo juntos, compartiendo la misma vida siempre y cuando cada uno sea sí mismo: el genitor genitor, el hijo hijo, el hermano/hermana hermano/hermana.

Un autor del medioevo escribió:"Nosotros somos como los enanos sentados en los hombros de los gigantes. Por lo que vemos un número de cosas mayores que los antiguos y más lejanas, no por la penetración de nuestra vista o por altura de nuestra estatura, sino porque ellos nos levantan y nos revisten de toda su grandeza".

Hablaba de las tradiciones como el terreno fértil que nos nutre. Estamos sobre los hombros de la Iglesia "que nos levanta y reviste de toda su grandeza". Insieran la vida de sus familias en esta, y llegarán a ser verdaderas escuelas de humanidad.


La traduzione, non rivista dal Card. Caffarra, è di Verónica Montiel